miércoles, 21 de febrero de 2018

Educación Emocional 2



Además de la selección de álbumes ilustrados (cuentos), notificaciones previas entregadas y demás contenidos que iremos elaborando, os presentamos un contenido sobre el desarrollo emocional. Es un campo en el que seguimos las aportaciones de autores que van desde Goleman hasta figuras importantes en nuestro país como son Rafael Bisquerra (http://www.rafaelbisquerra.com/es/)y el equipo de trabajo del GROP (Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica), donde destaco la figura de Elia López Cassa (interesante artículo a vuestra disposición) de la que he podido acceder a muchas obras y publicaciones desde la plataforma Dialnet).

No me gustaría entrar en detalles neurocientíficos, aunque seguramente os presentaré algunas de las aportaciones de Francisco Mora en este campo ("solo se aprende aquello que se ama").

Hoy en día, poner la etiqueta Educación Emocional se ha convertido en un cliché que se pregona desde la publicidad de muchos centros infantiles y normalmente, suele ser un batiburrillo de ideas que ya tienen más de un siglo (mezclando a Montessori, Waldorf y demás pedagogos que optaban por un modelo de escuela viva, término por el que John Dewey años más tarde con "Escuela Nueva" seguía profundizando en estos aspectos).

Aquí os presento una serie de consideraciones cuando hablamos de desarrollo emocional:

En este estadio evolutivo de vuestro hijo/a, debemos centrarnos en la identificación de las emociones como manera adecuada para pasar al siguiente estadio evolutivo del desarrollo emocional que es la autorregulación y autonomía emocional (a partir de los 36 meses), capacidad que por el desarrollo neurológico de las diferentes áreas del cerebro, el egocentrismo propio del estadio preoperatorio en el que se encuentra aún encuentra grandes dificultades para desarrollar.



Una de las posiciones más asentadas al respecto la encontramos en el manual “Psicología del desarrollo en la etapa de educación infantil” de Palacios, Marchesi y Coll (Pirámide,) en el capítulo titulado “Desarrollo afectivo, emocional y de la personalidad”:

“El niño va aprendiendo a regular su comportamiento, pasando de una regulación externa dirigida por los padres o el contexto, a una regulación interna marcada por la independencia, la autonomía y la utilización de determinados mecanismos que le permiten exhibir un control emocional adecuado y por tanto competencia emocional (Ato, González y Carranza, 2004). El aprendizaje de la autorregulación es, como ya hemos visto, gradual y podemos identificar una serie de fases desde el inicio hasta su completa adquisición (Cortés y Cantón,2007; Koop,1982, Schaeffer,2000)

Centrándonos en las edades de nuestro alumnado de 2 años:

Fase de control (9-12 meses a 18-24 meses)- FASE PREVIA-

En el primer y segundo año de vida el niño comienza a ser capaz de planear acciones y llevarlas a cabo. Así están ya preparados para enfrentar emociones negativas de una forma más positiva, evitando a las personas que le incomodan, cambiando de juego, mordiendo objetos, etc. Este control es consciente y reconoce las exigencias que los adultos les hacen, aunque pueden optar por seguirlas o desafiarlas, constituyendo un primer paso a la autorregulación.

Fase de autocontrol (desde los 18-24 meses hasta los 36)-FASE ACTUAL-
En esta fase, los niños son capaces de seguir las normas establecidas por los adultos aun estando solos. Del mismo modo, son más capaces de controlar los estímulos que les afectan negativamente e incluso comienza a ser capaces de supera las situaciones de frustración o enfado de una formar relativamente sencilla.

Autorregulación (a partir de los 36 meses)

La última fas supone un afianzamiento de la anterior. A partir de los tres años los procesos de control se van asentando y perfeccionando. Durante este proceso la acción de los adultos también es importante, dado que proporcionan información al niño sobre qué es socialmente aceptable y qué no lo es.


Implicaciones para las familias y los docentes

Como podemos extraer de esta información científica, es muy difícil que sometamos a nuestros hijo/a-alumnado a las exigencias de autocontrol (rabietas y otras manifestaciones de emociones secundarias) cuando aún no tienen un control que regule la expresión de estas. Debemos trabajar a su lado desde la empatía y el respeto a su propio proceso de desarrollo madurativo. Nuestra tarea es fomentar el diálogo, identificar emociones, ayudarles a expresar sus sentimientos, verbalizar con ello/as las diferentes situaciones con el máximo cariño y afecto que como educadores y familia tratamos de hacer en el día a día. Aprender a acompañarles y, escucharles. Del mismo modo, el diálogo fomentarlo en el sentido contrario: que sepan cuáles son nuestros sentimientos y emociones.

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